“No podemos ceder nuestro rol opositor”
El intendente de Resistencia critica a los dirigentes que son “funcionales al oficialismo” y no descarta postularse en las internas del PJ. Propone utilizar un sistema similar al norteamericano y crear “la internacional justicialista”.
Por Nicolás Lantos
“Si elegimos una conducción que sea funcional al oficialismo, vamos a tener un problema de representatividad”, postula Jorge Capitanich, a tres días de la reunión del Consejo Nacional Justicialista que marcará el comienzo de la carrera hacia la interna del peronismo. El intendente de Resistencia y ex jefe de Gabinete quiere formar parte del “conjunto de hombres y mujeres” que lleven adelante en esta nueva etapa “una conducción de base colegiada e integradora” del PJ y propone en esta entrevista con Página/12 la fundación de “un partido moderno”, que cumpla un rol de “oposición democrática con garantía de gobernabilidad”, sin caer en la “anuencia al macrismo ni aggiornamiento a un marco de derecha neoliberal”. Para Capitanich, el justicialismo debe ser “una centroizquierda de base populista, progresista” y no “furgón de cola de un acuerdo con la derecha”. Sólo así, se logrará romper la “histórica tensión entre el partido y el movimiento”.
–¿Va a haber finalmente internas para elegir las autoridades del PJ, por primera vez, a través del voto de los afiliados?
–Existen dos opciones. Que haya elecciones internas, en alguna modalidad, o que se alcance un acuerdo de unidad. Hoy la carta orgánica del partido establece que haya elección a través de los afiliados, de forma directa, tomando a la República Argentina como distrito único. Alternativas de reforma de ese artículo implicarían tener elecciones por vía indirecta, que pueden ser simultáneas o un sistema escalonado de elección de congresales por cada uno de los distritos. Y a su vez hay que ver qué sistema de representación se utiliza, cómo se equilibra el peso de provincias más pobladas y menos pobladas, porque el número de congresales es un coeficiente sobre el número de afiliados.
–¿Pesa sobre el peronismo la amenaza de una intervención judicial en caso de que no se alcance un acuerdo para renovar las autoridades antes de la caducidad de los mandatos actuales?
–Es un escenario factible, aunque hay que ver bien las circunstancias. El gobierno nacional puede intervenir por vía directa o a través de un conjunto de afiliados, inclusive la Justicia puede actuar de oficio. Por eso cuando se llega a una instancia de estas características, cuando existe una posible intervención judicial por el vencimiento de plazos de mandatos, es necesario que el partido a través de su cuerpo orgánico resuelva de manera razonable y ajustada a derecho el problema.
–Más allá de las consideraciones técnicas, ¿cuál es el método que usted considera adecuado para elegir a las próximas autoridades del peronismo?
–Una competencia electoral garantizaría legitimidad al ganador, eso sería lo óptimo. Pero también admito que existen restricciones desde el punto de vista temporal y que es posible un nivel de consenso como para que haya una lista única. Pero para mi lo mejor sería una competencia electoral interna con un sistema de elección indirecta con un cronograma escalonado por regiones o provincias, que genere un equilibrio entre los distritos más grandes y los más chicos. Eso permitiría el debate político en un marco de participación real de los afiliados y eso le daría enorme legitimidad a la conducción del partido. Por otro lado, las restricciones que pueden significar armar en poco tiempo una ingeniería electoral para un partido que tiene 3.4 millones de afiliados en 24 distritos, hace que se complique cumplir ciertos parámetros. Habrá que encontrar un equilibrio entre lo mejor y lo bueno.
–¿Qué características cree que debería adoptar el peronismo en esta nueva etapa?
–El justicialismo ha tenido históricamente una tensión entre partido y movimiento. Cuando ha sido gobierno, el que conduce es precisamente el presidente de la República. Cuando no es partido de gobierno, es cuando surge este problema de representación en el marco de la dinámica propia del justicialismo en la que juegan partido y movimiento. Nosotros creemos que de una vez por todas, admitir que si bien el partido es una herramienta electoral y la pertenencia a un movimiento nacional, popular, humanista y cristiano es la referencia política, lo cierto es que nosotros tenemos que tener un partido moderno, organizado, con capacidad de debate a los efectos de resolver para mi tres cuestiones que son estratégicas e imprescindibles. Primero, el justicialismo debe ser una referencia a nivel internacional. La internacional justicialista debería ser el correlato de lo que fue la tercera posición ideológica de Juan Perón. Y es un tema que nosotros no podemos andar de forma diletante entre la internacional socialista o, como ocurrió en la década del 90, con la internacional liberal. Tenemos que resolver nuestra posición estratégica en un mundo complejo y con una injusticia social de carácter estructural. En segundo lugar, el partido debe ser un lugar para el debate de ideas. Sólo la unidad de concepción garantiza la unidad de acción. Y ahí es medular hoy discutir el rol de la oposición que debe construir y liderar el justicialismo frente al gobierno de Macri. Oposición democrática con garantía de gobernabilidad, lo que no significa anuencia al macrismo ni aggiornamiento a un marco de derecha neoliberal. No- sotros tenemos que ser una centroizquierda de base populista, progresista. Algunos consideran que debemos ser furgón de cola de un acuerdo con la derecha neoliberal de Macri. Con esa posición obviamente estoy en absoluto desacuerdo. Y el tercer punto es que un partido político organizado tiene que formar cuadros políticos imbuidos de doctrina, ideología, formas de ejecución y filosofía. Si nosotros no tenemos eso, tenemos un problema serio porque cada tanto tenemos que discutir nuestra orientación. Nuestra doctrina es clara: en lo político, equilibrio entre el derecho del individuo y de la comunidad; en lo económico, el capital al servicio de la economía y la economía al servicio del bienestar social; en la justicia social es: a cada uno lo que le corresponde. Esos son los grandes principios, que hoy necesitan desarrollo teórico, a través de una discusión de carácter conceptual pero sobre todo desde el análisis de la realidad. Por eso es necesario construir un partido moderno. Si nosotros nos pasamos atravesando transición sobre transición, entonces no avanzamos.
–Cuando habla de dirigentes que quieren que el peronismo sea furgón de cola de la derecha, ¿se refiere a las declaraciones recientes del gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey?
–Yo no quiero hacer nombres propios. Pero está claro que hoy en el partido existen esas dos tendencias. Cada afiliado, cada dirigente, sabe de lo que hablo y puede interpretar, de lo que dice cada uno, su visión y su alineamiento. Yo tengo un respeto muy profundo por todos los gobernadores del justicialismo y con Juan Manuel, con quien podremos tener una diferencia de base conceptual o ideológica pero eso en todo caso es una cuestión que se puede dirimir en un debate. Pero siempre respetando todas las líneas de pensamiento para tratar de contribuir al conjunto.
–¿Sergio Massa puede tener un lugar en esta nueva etapa del peronismo?
–Massa optó por una estrategia: el Frente Renovador, por fuera del justicialismo y generando una visión del país y de la provincia de Buenos Aires claramente distinta a la que pensamos noso- tros. Hay una diferencia conceptual en materia de pensamiento político, y me parece bien. Y me parece que es necesario plantear una diferencia cualitativa en el rol que él tiene hoy respecto al de Antonio Cafiero en 1985. Cuando el Frente Renovador en 1985 gana en la cantidad de diputados respecto al PJ, en provincia de Buenos Aires, Antonio Cafiero, un hombre con prestigio político, formación ideológica y doctrinaria y prosapia política fue claramente el líder de un proceso de renovación en base al respaldo popular. Lo cierto es que nosotros tenemos que entender una lógica: Cafiero logró construir liderazgo en la renovación peronista en base a triunfos electorales. Nosotros somos muy respetuosos de todos los dirigentes pero quien sale tercero en una elección nacional efectivamente no puede ejercer un liderazgo en base a triunfos electorales. Entonces deberá ser uno más y si quiere construir desde ese lugar lo hará como uno más. Eso lo dijo siempre Perón: el que pierde elecciones, a la cola. Así funciona la política, no construyendo desde la soberbia. Si querés ser líder de un partido, de un movimiento, construí con humildad, convencé al conjunto y ganá elecciones. En ese sentido, los que hablamos con nombre propio lo hacemos porque tenemos el respaldo popular, porque ganamos elecciones. Nunca se puede construir de arriba para abajo, siempre es de abajo para arriba.
–Si los que pierden tienen que ir a la cola, la fila va a ser bastante larga... ¿Quiénes cree que están capacitados para conducir el PJ?
–Hay un conjunto de compañeros y compañeras que puede reunir el máximo nivel de consenso. Esos son los que formarán parte de este proceso y de esta discusión. Entre todos tendremos que tener la cuota de humildad, de seriedad, de responsabilidad para afrontar los desafíos de la construcción del justicialismo en esta coyuntura. Debemos apuntar a la conformación de una conducción de base colegiada e integradora; lo que no podemos ceder es nuestro rol opositor. En eso tenemos que ser claros, contundentes y precisos. Si elegimos una conducción que sea funcional al oficialismo, vamos a tener un problema de representatividad.
–¿Usted va a ser candidato a presidente del partido?
–No pongo el carro delante del caballo. Mi aspiración es tener una participación desde el punto de vista discursivo y conceptual, para decir lo que pienso y defender mi posición. A mi nadie puede decirme que me calle porque tengo reconocimiento electoral. Yo cuando tengo que agarrar la pala, agarro la pala; si tengo que subirme a un tractor, me subo a un tractor y si tengo que construir un documento sobre política nacional e internacional, lo hago. Con humildad, voy a aportar a la construcción de un proyecto colectivo en defensa de los intereses del pueblo, de la patria y de la soberanía. Eso es lo que nosotros necesitamos.