Por Alberto J. Lapolla* 9-7-2009
Una derrota muy anunciada
Luego del amargo sabor de las elecciones del domingo 28 de junio, se hace imprescindible reflexionar sobre los hechos acaecidos y la perspectiva mediata, dada la peligrosidad de la bestia al acecho. El gobierno nacional ha sido derrotado en las urnas de manera contundente –aunque conservando las primeras minorías nacional y parlamentaria- pero diversificada –es decir no hay un único ganador, más allá del complejo sojero- por una conjunción comandada por la sempiterna –y hoy refortalecida- oligarquía terrateniente -hoy sojera- unida a todas las capas de productores rurales pampeanos (al gobierno le fue bastante bien fuera de la Pampa Húmeda), unida también al gran empresariado beneficiado en todos los órdenes por el gobierno kirchnerista; a la jerarquía católica, a los sectores ultrarreaccionarios que quieren ver liberados de culpa y cargo a los genocidas hoy presos o en proceso de serlo, al neoliberalismo PRO y panradical, al nuevo submundo del narcotráfico que con la mejor metodología maoísta supo ‘crear el agua para que nade su pez’ –con tatuaje narco incluido-, a los representantes patronales en el movimiento obrero –ellos mismos patrones y terratenientes como el Momo Benegas-, al ex senador Eduardo Duhalde –jefe político de todo este entramado restaurador-, y a sectores del campo popular que siguen sin entender la trascendencia continental e histórica del kirchnerismo, más allá de sus defectos y limitaciones. Todo este conglomerado piloteado y conducido por el ejército mediático de ocupación, constituido por casi todos los canales de televisión de todo el país, las empresas de cable de todo el país, las radios de todo el país, los principales diarios de todas las ciudades del país, las revistas, los principales portales y servidores de Internet, elementos todos pertenecientes en un 94% a tres grupos empresarios, que por supuesto hicieron de toda la oposición, incluyendo a Proyecto Sur, sus candidatos propios. Cabe aclarar que en el mundo actual, donde el modelo neoliberal ha colapsado, las cadenas multinacionales multimediáticas son el principal reservorio de la restauración neoliberal y fascista contra el avance de los pueblos. Así puede comprobarse con el golpe de Venezuela de 2002, el intento de secesión en Bolivia de 2008, el apoyo al genocida colombiano Uribe durante su invasión al Ecuador, el reciente golpe en Honduras –‘casualmente’ coincidente con nuestra elección, mientras Eduardo Duhalde se reunía en Europa con los jefes de la derecha mundial y los medios argentinos señalaban ‘que la causa del golpe era la amistad de Zelaya con Chávez’-, el proceso de destrucción de la avanzada sociedad italiana de posguerra y la restauración de la Italia fascista con las Leyes Raciales del Ducce incluidas –ahora con exclusión de los judíos, pero igual que en 1933, contra africanos y gitanos, ahora con el agregado de nosotros los ‘sudacas’. El rol de este Estado Mayor del neoliberalismo y la derecha mundiales, fue particularmente devastador en la derrota del gobierno kirchnerista. Gobierno que bueno es decirlo, no atinó a aplastar a su enemigo mediático. Cabe una primera reflexión al respecto, creemos que no se puede ‘jugar a la guerra’ con Clarín. O se lo aplasta o se acepta su lugar como jefe de la oposición. Pero poco sirven los juegos de artificio contra tamaño monstruo dueño de la mente, la cultura y el deseo de buena parte de los argentinos y las argentinas. Nada impedía al gobierno enviar la nueva ley de Medios Audiovisuales al Congreso apenas aprobada la estatización de las AFJP. Nada impedía al gobierno hablar por cadena nacional por todos los canales públicos, privados y de cable regularmente, explicando y aclarando los temas necesarios y difundiendo de primera mano la acción de gobierno. Nada impide al gobierno lograr que el excelente Canal Encuentro sea visto en todo el país como canal de aire, dando batalla cultural e ideológica -que de eso se trata- a los medios del poder colonial. Nada impide al gobierno que Telesur –canal del cual Argentina es miembro fundante- pudiera ser visto en todo el país como un canal de aire y gratuito, para ayudar a entender la nueva situación continental de la que somos parte. En fin, nada impide al gobierno nacional reeditar la ‘Gazeta de Buenos Aires’ fundada por Mariano Moreno y transformarla en un periódico gratuito para todos los argentinos, disputando así con calidad, el terreno de las ideas con los medios de comunicación del complejo oligárquico. Nada habría impedido al gobierno dotar a todos los movimientos sociales, sindicales y populares de radioemisoras y canales de televisión de alcance nacional o regional. Ese dinero hubiera sido mucho mejor gastado que los subsidios a grupos mediáticos, o que en comprar -por un rato- la voluntad informativa de mercenarios periodísticos que utilizan el resto del tiempo para atacar a nuestros gobiernos hermanos de Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador o Nicaragua. Los medios utilizados para influir las tapas de Clarín hubieran sido mucho mejor invertidos, si se hubieran creado cientos de nuevas emisoras radiales y televisivas de la CGT, la CMP, la CTA, los movimientos de derechos humanos y de todos los movimientos sociales del país. La lucha contra la oligarquía en todas sus formas, como enseña nuestra historia no puede tomarse a medias: o se la aplasta o nos aplasta. Aun tenemos tiempo de corregir, pero no podemos dejar expresar que presentimos, que tal vez ya sea tarde.
El triunfo sojero-monsantiano
En 2008, el gobierno fue sorprendido por la virulencia del conflicto con los rentistas rurales, sufriendo un desgaste innecesario, mostrando que el kirchnerismo parecía no tener noción del monstruo al que estaba enfrentando y al cual había ayudado a crear. El gobierno perdió allí el ‘consenso de la opinión pública’ y no la pudo recuperar hasta ahora. Con claro tono vencedor, el principal referente de la multinacional Monsanto en la Argentina, y principal operador del conflicto del ‘campo’, el Ing. Héctor Huergo, reflejó nítidamente desde las páginas de Clarín Rural –casi un folleto de publicidad de Monsanto en la Argentina- el resultado electoral: ‘Ganó la Argentina verde y competitiva,’ tituló exultante. Cabría aclarar, ‘ganó la Argentina enclave agroexportador de "pasto-soja", perdió la Argentina industrial, productiva inclusiva y distributiva que se estaba recuperando’. Como muy bien señaló Horacio Verbitzky, ganaron todos los que se identificaron con el rentismo sojero durante el conflicto ‘del campo’: Cobos, Duhalde, De Narváez, Reutemann, Solá, Juez, Marcri (aunque perdió en 30 puntos en Capital) y Pino Solanas. Perdieron el gobierno, la CGT, la CMP, la CTA (aunque algunos de ellos crean que ganaron), el movimiento de derechos humanos y todos los que queremos el retorno a una nación justa, libre y soberana. Es decir perdió el proyecto de volver a una Argentina industrial, tecnológica, científica, inclusiva, ‘en blanco’, con derechos para todos, y con una distribución justa del ingreso. También se debilitó la posibilidad de discutir el modelo sojero y poner en debate la necesidad de repoblar el país a través de una profunda reforma agraria que cree nuevos cientos de miles de productores familiares que vuelvan a producir alimentos sanos en lugar de ‘pasto-soja’ para China o ‘carne basura’ en los feed-lots. Perdió la Argentina de los trabajadores empleados y desempleados, de los pequeños productores rurales no sojeros –los dos tercios del total. También perdieron aunque no lo crean y festejen la derrota de la ‘montonera’, los cientos de miles de pequeños y medianos comerciantes y empresarios, que se beneficiaron estos seis años de crecimiento a tasas chinas, que aprovecharon para cambiar el auto o el departamento, irse de vacaciones cada verano y de miniturismo cada fin de semana largo, también para comprarse todo lo que necesitaron. Pero como observa muy bien Enrique Martínez, ese sector no entendió, que le fue bien por las políticas correctas aplicadas por el gobierno, y no porque son ‘vivos’ y ‘supieron hacerla’. A veces esclavizando a los ‘bolitas’, o a los peruanos, o superexplotando a los trabajadores en negro. Todos esos también perdieron, pero festejan su propia derrota, por ‘la naturaleza del escorpión’ de nuestra burguesía grande, mediana o pequeña. Esa es la Argentina que perdió. La de la SRA, CRA, la FAA, Carbap, AAPRESID, Monsanto, De Ángeli, Martínez de Hoz, Grondona, Biolcatti, Buzzi, el PCR, Clarín, y algunos que mejor no nombrar, esa ganó. De lo que haga el gobierno en los próximos treinta o cuarenta días, dependerá si ese triunfo perdurará en el 2011, si las fuerzas populares podremos revertirlo, o si por el contrario, no habrá 2011, sino 2010, como pregona don Mariano y prepara don Eduardo Alberto.
La naturaleza del escorpión
El gobierno no pudo recuperar ‘la opinión pública’ luego de la derrota frente al campo. Esa fuerza atroz, hegemonizada por la alianza de las 6900 familias dueñas de la mitad de la Argentina, la jerarquía católica, y las viejas –y nuevas- jerarquías militares, judiciales y policiales que históricamente logró derrotar todo intento de liberación nacional y social desde Moreno en adelante, incluyendo a Perón y los ‘70, ha vuelto a triunfar una vez más. Esta vez por medio de las urnas, utilizando el nuevo púlpito que le regalan los televisores insertados, en cada hogar, en cada mente de los argentinos y de las argentinas. Más allá de los errores del gobierno, cabe señalar que una parte importante de nuestro pueblo, vuelve a quedar prisionero de las trampas de los medios y de las complejas relaciones culturales y políiticas, surgidas de la brutal desindustrialización de la nación y la terrible fragmentación social por ella producida. Un sector de nuestro pueblo parece dispuesto a seguir ‘sosteniendo nuestras cadenas’, tal como clamaran miles de españoles cuando Fernando VII retornara al trono y ordenara quemar las lenguas de quienes habían jurado la constitución liberal de 1808. Los votantes de De Narvaez, seguramente se arrepentirán de ello, como acaba de ocurrir con el 50 % de los votantes de Macri del 2007. (Macri es el otro gran derrotado en esta elección, así como Pino Solanas uno de los grandes ganadores, ayudado por el poco representativo candidato que pergeñó el kirchnerismo en Capital, que una vez más prefirió regalar la Ciudad, sin entender que así entregaba también buena parte del Primer cinturón bonaerense). Los votantes de Reutemann –escuálido ganador, inflado por los medios y autotitulado ‘vencedor’ del Peronismo, ¿han olvidado las lacras de su gobierno, la destrucción de la Santa Fe industrial chacarera y ferroviaria. ¿Olvidaron las inundaciones y la propagación desenfrenada de la sojización, con su secuela de cáncer y las malformaciones? ¿Olvidaron acaso cómo el Lole empobreció esa rica provincia? POr otra parte, hay que reconocer que hubo políticas del gobierno que ayudaron a este resultado: la falta concreta de la resolución de la pobreza profunda del conurbano y de vastas regiones del país; la no recuperación de los ferrocarriles a nivel nacional que hubiera creado miles de puestos de trabajo, recuperando inmensos territorios para una vida digna, hoy marginados. El gobierno también equivocó el camino al gastar fortunas en las capas medias y en los intendentes del conurbano, no apostando a invertir esa colosal suma en la reindustrialización efectiva del país desde el Estado. Debió abandonar esa teoría, de ‘reconstruir la burguesía nacional’. Cada vez que se la reconstruye, casi como una maldición, recupera su naturaleza, es decir ‘la naturaleza del escorpión’, destruyendo a quien la ayudó a cruzar el charco o a reconstruirse. Pasó con Irigoyen, Pasó con Perón dos veces, pasó con Illia, y pasó ahora con los Kirchner. La burguesía nacional, esa a la que apoyaron de todas las maneras posibles, acaba de decirles que no los quiere. Que no quieren reindustializarse, ni apostar a un mayor mercado interno. ¿Para qué?, ¿para qué esos ‘negros de mierda’ vuelvan a hacer un 17 de Octubre, un Cordobazo u otro 19 y 20? ¿Para qué esforzarse en la reindustrialización?, si la Argentina es el único lugar del mundo donde los industriales, los banqueros –y hasta los sindicalistas y políticos corruptos- se hacen estancieros. En lugar de ello, el gobierno debió haber fortalecido al movimiento popular, reconstruyendo la clase trabajadora empleada y desempleada. La de los sindicatos y la de los movimientos sociales. Al mejorar nítidamente los ingresos de todos los trabajadores, activos, pasivos, ocupados y desocupados, por todos los medios posibles, ortodoxos –aumentos de salarios, pensiones, jubilaciones, planes sociales dignos y verdaderos subsidios de desempleo- y heterodoxos –monedas paralelas no convertibles, subsidios masivos, entrega de dinero en masa a la población, créditos blandos baratos y accesibles, etc, etc-, estas medidas habrían enriquecido igual a los sectores medios y a la burguesía, pero a diferencia de los ‘planes heladeras, automóviles y lavarropas’, habrían favorecido nítidamente a los sectores más pobres que habrían así votado al gobierno sin dudas, tal como hacía Perón, por ejemplo. Y entonces la elección habría sido ganada claramente por el kirchnerismo en el lugar más sensible al Peronismo: el conurbano bonaerense, que sigue esperando su reindustrialización y el retorno de su dignidad perdida. Claro, eso implicaría que muchos intendentes se quedaran sin el voto cautivo o clientelístico, liquidando esa asociación mafiosa entre desempleo, policía, políticos, narcos y delincuencia que caracteriza la política del conurbano desde 1980. Esto fue expresado sin ambages por algunos dirigentes del PJ bonaerense el día 29, cuando por lo bajo decían, ¿cómo que perdimos, si entre las dos listas sacamos casi el 70% ? Este fue tal vez el error estratégico mas serio del gobierno: los pobres aun siguen siendo pobres y su voto puede ser disputado por la narco-TV-derecha, pudiendo ser seducidos por alguna prebenda como las del efedro-colorado. Cosa que no ocurriría si tuvieran empleo en blanco, sindicatos, comisiones internas, clubes de barrio, ferrocarriles, transporte digno, organización sindical barrial y social zonal, trabajo en su lugar, salud y educación dignas, salarios dignos por ocho horas de trabajo y fácil acceso a la tierra y al crédito. Esto es, creando miles de empresas allí donde cerraron entre 1976 y el 2001 y un Estado presente, a su lado y en su defensa. Un conurbano donde se discuta como los niños y jóvenes mejoren cada vez más su nivel educativo y no, cuántos años pasarán en la cárcel o qué nuevos sistemas represivos se aplicarán contra ellos. Es inconcebible que un gobierno popular tolere tal cantidad de compatriotas abandonados en la calle, la pobreza y la indigencia, con su secuela de droga y delincuencia para sobrevivir, que vemos cotidianamente en las calles. La no resolución concreta, con políticas activas y directas de estas situaciones graves, dificultó la comprensión por vastos sectores populares de la excelente acción macroestructural del gobierno kirchnerista, la mejor desde 1973 sin dudas. Ese habría sido el principal antídoto para el veneno de los medios de comunicación. El gobierno puede revertir la derrota, cambiando el eje de acumulación política, juntándose con los movimientos sociales, la intelectualidad de Carta Abierta, la CGT, la CTA, lo mejor del PJ, los sectores medios aliados, el grueso de los pequeños productores rurales, los sectores políticos que levantan programas similares, pero también tomando medidas inmediatas como la reconstrucción ferroviaria hacia el interior y políticas de redistribución urgentes a favor de los pobres. Es necesario recrear una nueva alianza política que regenere una nueva etapa del movimiento nacional y popular, superador claro está, del pejotismo agotado, tal como había planteado la rebelión popular de diciembre de 2001. Rebelión que la derecha se prepara para aplastar en sus efectos mas profundos. Es una posibilidad, la otra ya la conocemos y nos eriza la piel.
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