Unidad

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jueves, 21 de julio de 2011

Recordando a Spinoza - Una visión sobre la Elección Porteña

 Por Hugo Pressman

La notable elección de Mauricio Macri el 10 de julio ha provocado una evidente sorpresa en  todo el arco derrotado y, especialmente  desorientación en  las filas del Frente Para la Victoria. Todo indicaba que el actual jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ganaría la primera vuelta por una diferencia que iba de los 6 a  los 12 puntos. El haber estirado la distancia a un poco más de 19 puntos, alcanzando el 47,1%,  y superando levemente su marca de hace cuatro años, permite descubrir y aventurarse por un rico campo de análisis. La reacción primaria de denostar antes que comprender, de adjetivar antes que la de entender, lleva a buscar en el filósofo holandés de origen judío Baruj Spinoza un parámetro de orientación. Sostenía: “En política no hay que llorar ni reír, sólo comprender.”

En el mismo sentido, en el Talmud puede leerse: “En lugar de despotricar contra la oscuridad es mejor encender una vela.” Si desde el campo nacional y popular y del gelatinoso terreno del progresismo, el macrismo es la oscuridad, Filmus no  encendió una vela, o si la encendió iluminó muy poco. La escasa campaña desplegada se centró en Macri sí o Macri no, con lo que terminó siendo el eje del desarrollo electoral. Si la idea del mentor y publicista de Macri, Jaime Durán Barbas era despolitizar, la imprevisible catástrofe deportiva de River y la planificada de la Copa América, ayudó considerablemente.

Es redundante afirmar que la Capital es refractaria a los gobiernos populares. Que la influencia de los medios es más intensa y su cosmopolitismo  es fértil para las influencias externas. Pero es el mismo electorado que votó dos veces mayoritariamente por Aníbal Ibarra y reducto victorioso, en varias elecciones, de  Chacho Álvarez.  Al mismo tiempo, y por otro lado, fue la que convirtió a Fernando de la Rúa en su niño mimado, o transformó en ganador, nada menos, que a Erman González. Pero al mismo tiempo es el territorio donde se estaría imponiendo con cierta amplitud Cristina Fernández como candidata presidencial.

Encima, más de la mitad del tiempo electoral se discutió ociosamente sobre el debate, que es un hecho más televisivo y periodístico que de influencia sobre la posibilidad de cambiar la decisión electoral. 

Pero sería poco sustentable suponer que todo es un problema de comunicación. La falta de trabajo de la militancia del  Frente Para la Victoria en la Capital, durante los cuatro años fue evidente. Medidas aparentemente beneficiosas como enviar prefectura y gendarmería a los barrios del sur de la ciudad, resultó tardía y con un evidente signo electoralista en una primera lectura.

Hay  un porcentaje indefinible del voto macrista que más que apoyar la reelección encontró el instrumento para castigar al gobierno. Lo expresó con claridad y descarnadamente el radical,  ex presidente de la FUA, Andrés Delich al escribir en Clarín del 14 de julio: “Muchos porteños encontramos en Macri la posibilidad de expresar nuestro rechazo al gobierno nacional”.   Hay un volumen  importante del voto oficialista que es indiferente al procesamiento firme del jefe de gobierno, al deterioro de la salud y  la educación pública, a la subejecución del presupuesto para viviendas, a la utilización de un grupo paragubernamental ( la UCEP) para la expulsión violenta de los indigentes del espacio público. El haber puesto al frente de la policía metropolitana a un impresentable como el Fino Palacios o en el Ministerio de Educación a un troglodita como Abel Posse. Ambos representan la línea ideológica profunda, sin maquillaje publicitario del jefe de gobierno. Su electorado parece indiferente, por ejemplo, al deterioro profundo de los teatros asociados a la cultura popular. O que desde ese gobierno se enarbole un discurso discriminatorio contra los ciudadanos de países limítrofes  o de mano dura contra la ocupación del espacio público por la protesta social. Todo esto que es mirado críticamente desde el campo del progresismo, es aplaudido entusiastamente por aquellos que votaron dos veces en forma abrumadora a favor del hijo de Franco Macri. Describir un panorama para realizar un diagnóstico, es imprescindible para tratar de seducir a segmentos de ese núcleo duro que hoy parece impermeable al discurso, tal vez demasiado ideologizado de Filmus- Tomada. Lo más antipolítico es denostarlo. Es un electorado posible de atraer en algunos segmentos con propuestas concretas, más cercano a los beneficios barriales que al enunciado correcto pero poco fructífero de la disputa entre dos modelos en pugna. La Capital carece en términos generales de una presencia significativa de clase obrera y es un muestrario, mayoritariamente, de las diferentes franjas de las  clases medias, aún en sus sectores más pobres y aún pauperizados.

Eva Row desde su blog “La cosa y la causa” ha ejemplificado con precisión la bronca de esos sectores: “… qué les dan, qué les regalan, a los extranjeros de los países limítrofes, y en cambio a los argentinos que trabajan que no pueden comprarse una vivienda, no les dan nada. Esos son cientos de miles que viven mal y no pueden acceder a una mejoría, aunque no vivan en una villa miseria. Y se preguntan por qué, por no vivir en una villa, la política no tiene una mirada a su sufrimiento. Ya que no pueden aspirar a nada mejor, entonces estos porteños están con Macri, que se opone a los que hacen política, porque "la política se hace para que los políticos se llenen los bolsillos y a nosotros que trabajamos no nos regalan nada." Hoy están preguntándose, los que esperaban otro resultado, ¿qué pasa con los porteños que votan contra sí? No, no votan contra sí. Votan contra los que no los miran. Porque no pueden poner el cuerpo en espera de que el derrame de la buena política les toque algún día el hombro, porque eso está tardando demasiado. Y tampoco creen ya en promesas de futuro extenso. En Buenos Aires hay muchas personas que esperan un crédito para la vivienda. Miles de pibes y pibas con trabajo, que no se pueden casar porque no pueden comprar una vivienda. Miles de personas que no llegan a fin de mes pagando alquileres y expensas. Amargados, trabajando, matándose, transpirando, viajando en colectivos repletos, sin sueños, sin futuro de superación, sin esperanza. ¿Qué pasa? ¿Por qué no prometen aunque sea la sanción de la Ley de Entidades Financieras que Heller ya tiene lista para votar? ¿Por qué no prometen viviendas para todos los porteños? ¿Por qué no prometen algo para esta gente? ¡ALGO! Viviendas para los que alquilan y para los que se quieren cambiar de departamento. Para los que viven con la suegra, tres chicos y un perro. No dan más, pero miran con envidia los departamentos que les dan las Madres a gente que no tiene nada. ¿Y para nosotros qué hay?, dicen. ¿Por qué votar a Filmus? ¿Qué me va a dar Filmus? Filmus le va a dar a los villeros, pero a mí, nada. Así piensa el porteño que está mal. Entonces castiga a Filmus y vota a Macri, que no le promete nada, pero le pega a Filmus.”Ese es el secreto. Yo me canso de escucharlo en la ciudad. Odian a los inmigrantes, odian a los pobres que no trabajan. Porque ellos son pobres que trabajan. Y se matan. Estos son los que pueden ser disputados por Filmus. No quieren oír hablar de Derechos Humanos, mientras ellos sean relegados. No quieren oír hablar de erradicar la miseria, mientras ellos no estén viviendo dignamente, mientras los que están en la miseria sean premiados, y ellos que trabajan, sean castigados.”

Una mirada similar es la que expresa Reynaldo Sietecase en el diario Z, del 14 de julio: “ Es como si el gobierno nacional y sus candidatos locales sólo se ocuparan de los “pobres y marginales” Por qué deberían votar a Filmus, entonces, los laburantes de clase media o media baja, que reclaman créditos baratos para la vivienda, que quieren dejar de alquilar, que quieren mejor transporte, más calidad educativa y buenos hospitales. Es paradójico, pero amplios sectores populares aparecen excluidos del mensaje peronista. Por su parte, los referentes kirchneristas que participaron de la campaña en la Capital no escatimaron chicanas contra el ex empresario: sus problemas de léxico, sus fallidos, sus exabruptos al borde del racismo. A esta altura deberían saber quien sale ganando cuando confrontan alegría versus enojo” 

HIPÓTESIS DE EXPLICACIÓN ESTRUCTURAL

El 19 y 20 de diciembre del 2001 finalizó el ciclo iniciado en junio de 1975. Fue un movimiento de protesta coyuntural y limitado geográficamente que le puso la palabra fin a la política del Consenso de Washington y su instrumentación devastadora que fueron las políticas neoliberales aplicadas con intensidad luego de la caída del Muro de Berlín. De aquellos días con amplio predominio de la antipolítica surgieron dos vertientes. Una sintonizó con el clamor callejero y comenzó un viraje en la concepción de que la política desplazara a la economía  colonial. Tímidamente con aquel Duhalde al que la realidad no le dejaba alternativas y con convicción por Néstor Kirchner que levantó con entusiasmo y solvencia la frase de Germán Abdala: “Los poderosos no necesitan de la política porque ya tienen el poder, ya sea a través del dinero, de las armas, de las influencias o de las corporaciones. El pueblo sí necesita de la política porque es la única manera que tiene para construir poder y cambiar las cosas.”

La otra rama que se afianzó en aquellos días, acicalando el discurso entonces dominante, es el de la antipolítica, que es la continuación de la política de los noventa bajo nuevas máscaras, con el fotoshop de los publicistas. De esa forma todo el que proviene engañosamente por afuera de la política tiene un hándicap social. Así aparecieron Juan Carlos  Blumberg, Mauricio Macri y se consolidó en términos relativos Francisco de Narváez.

Quedaron entonces establecidas dos líneas, una que reivindica la política con todas las consecuencias que implica, y otra que diseña su política bajo el ropaje de la antipolítica, que enarbola un discurso republicano y constitucionalista. Desde el 2001 se viene desarrollando esta contienda, con implicancias económicas y sociales profundas. En la Capital triunfó rotundamente la segunda, que enarboló la gestión, que finalmente fue uno de sus déficits más notorios. Toda gestión tiene un direccionamiento ideológico. Sostener lo contrario es como afirmar que en un cirujano lo fundamental es el bisturí y la mano y no el cerebro que mueve la mano y dirige el bisturí.

En el origen del triunfo del macrismo en el 2007 puede reconocerse la desilusión hacia el progresismo que tuvo lejos de satisfacer las expectativas que despertó. En segundo lugar, el grueso error de Néstor Kirchner de dividir el campo común entre Filmus y Telerman. En palabras del ensayista Alejandro Horowicz:  “Perder la capital fue el principal error K de la gestión anterior; no sólo dividió su propia fuerza (en lugar de respaldar al sucesor de Aníbal Ibarra optaron por Daniel Filmus) sino que festejó la derrota de Jorge Telerman como victoria propia sin ver que abría las puertas de una derecha discursivamente remozada.”

ESCENARIO ELECTORAL

Por debajo de Macri y Filmus, Pino Solanas recibió el cachetazo anunciado por haber equivocado su táctica con su desmesura opositora, su bajada a la Capital como premio consuelo,  sus alianzas frustradas y la polarización. Auto engañado por el resultado electoral coyuntural del 2009 redujo su caudal a 12,81%, prácticamente a la mitad, y todo indica que Proyecto Sur se encamina hacia su implosión.

El partido de Carrio se redujo a la mínima expresión, el 3,32%, después de haber ganado en la Capital en el 2007,  adelanto de lo que le sucederá a nivel nacional. Su genuflexión ante el poder económico, sus declaraciones pirotécnicas, sus pronósticos apocalípticos que la realidad se empeña en desmentir, terminaron por demostrar la certera definición del escritor Jorge Asís: “Carrió es una empresa de demolición”. El radicalismo ha vuelto a situarse en su caudal electoral posterior al Pacto de Olivos, salvado en dos oportunidades por el aporte de sufragios con los que contribuyó  en una ocasión Chacho Álvarez y en las elecciones del 2009 Elisa Carrió. Está claro que hubo un drenaje importante hacia Mauricio Macri. Silvana Giúdici, la candidata radical, cuya subordinación al grupo Clarín es aún más sobreactuado e impúdico que la de la mayor parte de la oposición, tuvo el condigno castigo con apenas el 2,06. Los grupos de izquierda desde el Frente hasta Zamora navegaron por su habitual intrascendencia cercana a la inexistencia. Zamora alcanzó el 1,47%, pero el Frente de Izquierda y de los Trabajadores ( 0,77%), cuya capacidad de movilización y bullicio es notoria, no logró superar al ex referí Javier Castrilli ( 0,78%), de campaña elemental y del cual perdura su propensión a sacar la tarjeta roja.

El candidato de Duhalde, el economista Jorge Todesca, estuvo cercano al cero ( 0,29%)  y en el colmo del absurdo hasta su mentor llamó a votar por Macri.

Jorge Telerman, redujo los  20,69 puntos del 2007 al precario 1,76% del último domingo. Ricardo López Murphy que ganó la Capital en el 2003, sólo llego al 1,41%.

El gobierno al fomentar la polarización ayudó al drenaje de votos del radicalismo y de posible votantes del bulldog hacia Mauricio Macri. De esa forma se eliminó el voto partidario en la primera vuelta y se optó por el voto útil reservado a la instancia final.

RESULTADO IRREVERSIBLE

La suma de los votos de Macri y Filmus totaliza prácticamente un 75%. Del 25% restante, los candidatos del oficialismo podrían obtener, en una visión optimista, la mitad de los votantes de Pino Solanas ( 6,50%), la mitad de los de Telerman ( 0,88%). Agreguemos 1% adicional de votos de explicación indescifrable y con mucha suerte se llega al 36%, con la suposición no comprobable de mantener fijo lo obtenido en primera vuelta. Como se puede apreciar se parte de una base que pronostica un resultado más desfavorable que el del balotaje del 2007.

Otra consideración que no debe ser obviada es que Macri ganó en todas las comunas. Desde la Recoleta donde triunfó de 59,6% a 17%, a Villa Lugano de 42,1% a 37,8%( el mejor porcentaje de Filmus). En Barracas y la Boca ganó por 13 puntos. En la Paternal y Chacarita por 9,2 puntos. En lugares tradicionales de clase media como Almagro  la diferencia fue de 11 puntos y en Caballito por 18 puntos.  En Nuñez y Belgrano fue de casi 36 puntos y en Palermo por 33 puntos.

Parece claro que el trabajo realizado por la pata peronista del macrismo en lugares como Lugano, fue mucho más eficaz y constante que la del Frente para la Victoria. Los resultados en lugares como la Boca y Barracas demuestran la baja intensidad del trabajo territorial por las agrupaciones del gobierno que deberían realizarla. Resultan muy ilustrativas las explicaciones  de votantes del macrismo publicadas en el semanario “Miradas al Sur” alineado con el gobierno. Así en Retiro recogieron estas afirmaciones: “Primero, el trabajo que el gobierno porteño hizo con las cooperativas de trabajo. “Las hay de luz, de agua, de la construcción”, dijo un referente de la Villa 31. “Detrás de los “pechitos amarillos”- gente que se dedica a la limpieza- hay muchas familias…Acá lo que funciona es el contrato: hay mucha gente contratada por el Gobierno de la ciudad en las villas.” Ante esta hiper presencia de color macrista, otro referente de la villa se quejó de la severa ausencia de los candidatos del Frente para la Victoria durante la campaña “ No bajaron a los barrios. Los compañeros, las mamás que trabajan con los chicos, mucho saben lo que es Cristina, y la apoyan. Pero esperábamos que Filmus o Tomada tuvieran más presencia. Que nos vinieran a abrazar, que nos dijeran que ellos también estaban con nosotros” En Barracas, recogieron testimonios contra algunas prácticas de la agrupación juvenil “La Cámpora: “El asfalto que puso Macri en alguna que otra calle, aunque en definitiva fue muy escaso, generó una sensación de que al fin se hace algo en torno al demorado proyecto de urbanizar las villas.  Y de repente vino La Campora y quiso imponer sus candidatos a presidentes en los barrios de la noche a la mañana.  No fomentaron una participación en conjunto. Es como si en tu laburo de periodista hacés una nota y otro te pone la firma. …Bueno eso generó mucho roce. No respetaron el territorio, fueron muy autoritarios. En parte, algunos votos a Macri vienen como desquite contra el ego y la prepotencia de la Cámpora”                 

ERRORES DE LA CAMPAÑA

La designación de Daniel Filmus sobre el cierre de las listas, con poco tiempo para el desenvolvimiento de la campaña es un error que debe ser cargado a Cristina Fernández. Otra lamentable equivocación de la Presidente  fue interrumpir el discurso de Filmus en el N/D Ateneo justo en el acto de la proclamación. Eso fue creando contraproducentemente una imagen de un futuro jefe de gobierno más cercano a un delegado del poder ejecutivo que a un representante del pueblo de Buenos Aires que trabajaría en forma mancomunada con el gobierno nacional.

La campaña publicitaria apuntó a este último aspecto, sin poder evitar cierta sensación de chantaje.
La publicidad debe ser la coronación de un trabajo y no su sustitución.

De cara al balotaje quedan menos de tres semanas. Se empezó mal enredándose en una disputa desatada a partir de una nota de Fito Páez publicada en la contratapa de Página 12, donde expresó su bronca escribiendo: “Da asco la mitad de Buenos Aires. Hace tiempo que lo vengo sintiendo.”Más allá de la obviedad del cantante de decir lo que quiera, la misma puede ser analizada como la expresión del enojo de un ciudadano  pero no como un análisis político de alguien que reconoce que no es su especialidad. Pero lo más grave es que el lógico potenciamiento de la nota funcional a los medios hegemónicos, produce el efecto de retardar el trabajo para evitar un guarismo negativo más estruendoso. El historiador Norberto Galasso le contestó al rosarino, comprendiendo su enojo, pero señalando lo equivocado del destino de sus dardos:  “En todas las grandes ciudades de América Latina y de cualquier otro país dependiente, las minorías privilegiadas utilizan todo su poder para dominar a los sectores medios, para ponerlos de su lado, para infundirle falsedades. Jauretche lo llamaba la “colonización pedagógica”. Igual que a vos le provocaba grandes broncas, pero distinguió entre los promotores de la mentira y los engañados. Quizás los primeros le dieron asco igual que a vos, los otros le daban pena y trataba de desazonzarlos…… Por eso no hay que confundir al enemigo, Fito. Si hay que tener asco, tengámoslos a los responsables del aparato mediático y cultural, los que tergiversaron la Historia y la economía, los que robaron la capacidad de razonar a muchos compatriotas, no a éstos”

El gobierno ha creado un grupo de medios afines, pero su capacidad de fuego sigue siendo considerablemente menor que el de los medios hegemónicos. Lo que sucedió con la nota de Fito Paez lo demuestra claramente. Uno de los asesores de Macri, el licenciado en filosofía y experto en insustancialidades Alejandro Rozichner afirmó: “a Macri lo votó la gente normal”.  Una versión PRO de los dichos de Páez que se asordinó en el ruido tumultuoso de aquellos que nunca se sintieron indignados- al contrario lo aplaudieron y festejaron- desde los insultos de  Mario Vargas Llosa a las expresiones inclasificables de Elisa Carrió.

 RECORDANDO A SPINOZA

Es justo, además de conveniente, no  inferirle a Macri y sus seguidores la larga retahíla de descalificaciones absurdas que los medios hegemónicos le propinan al kirchnerismo. Tiene infinidad de flancos desde el cual se pueden descargar las críticas sin necesidad de buscar epítetos arbitrarios. El jefe de gobierno capitalino es una expresión de la derecha, con raíces en el menemismo, con su prédica pro mercado, que considera al estado como un mal necesario y con una rendición incondicional hacia  el grupo Clarín. Con subordinación hacia los poderosos a los que pretende engordar y con un alineamiento devoto con EE.UU. Calificarlo de fascismo es un vaciamiento del lenguaje. Hay una base de sustentación  para esta ideología  en el país y por supuesto en la Capital. Si alguien lo ha olvidado, es bueno recordar que en primera vuelta Domingo Felipe Cavallo, sobre el cual no es necesario realizar aclaraciones, obtuvo  el 7 de mayo del 2000, el 33,3% contra el 49,3 que alcanzó Anibal Ibarra.

Es bueno no subestimar al adversario porque como bien dice el periodista Eduardo Blaustein: “el macrismo no es sólo la fiesta vacía con globos y la comunicación de Durán Barba. Es también la presencia de peronistas y radicales PRO con destrezas del Viejo Vizcacha, enseñando a los chicos bien a hacer política en el territorio, en el Estado, con parte del Sutecba, con las cooperativas en las villas o con los cartoneros. Macrismo es no haber destruido al punto que pretendemos “todas” las políticas sociales ni tampoco las culturales nacidas en 1983. El macrismo entendió algunos límites de lo que puede destruir en la Ciudad y aquellas cosas que hizo espantosamente mal solo fueron visibles para quienes consumen medios no hegemónicos”

Cuatro hechos para resaltar: el domingo a la noche no hubo caravanas, bocinazos, ni ollas exultantes para celebrar un triunfo como en las jornadas de la resolución 125. La magnitud de la diferencia no debe ocultar que es menor a la del 2007. El enorme fracaso de los encuestadores en general que si siguen este derrotero terminarán siendo, en lugar de pronosticadores, médicos anatómo-patólogos, es decir los que hacen autopsias. Recordar que ahora parece  repetirse el escenario electoral del 2007: derrotas en Capital, Santa Fe y Córdoba y triunfo por un 45% en las presidenciales. Lo novedoso y trascendental son las elecciones primarias del 14 de agosto que absolutamente desvirtuadas se constituyen en una primera vuelta a nivel nacional. 

Por otra parte, el trato que el kirchnerismo les  brinda a sus aliados en muchas ocasiones ronda el suicidio. El haber impedido que Aníbal Ibarra y Gabriela Cerrutti estuvieran junto a Filmus en el momento que hablaba a posteriori de la estruendosa derrota, confirmando que se iba a presentar al balotaje y llamando a conformar un sistema amplio de acuerdos, permite recordar la frase con la que el escritor Andrés Gorz sedujo a Dorine, la mujer con la que vivió 60 años y que el kirchnerismo parece muchas veces ignorar: “Seremos lo que haremos juntos”

Una vez superadas las heridas a carne viva que se intenta mostrar, y que en las filas del gobierno nacional muchas veces se las encapsula,  hay que recordar que Macri no supera los límites de un partido de distrito, que no apostará por ningún candidato a la presidencia, que los que si se candidatean obtuvieron resultados insignificantes.

Que incluso Jaime Durán Barba ha dicho: “No todos los que votaron por Macri son opositores”    

La nota intenta acercar algunos elementos de aproximación para interpretar una realidad compleja.

Más allá de sus aciertos y errores, intenta acercarse al consejo de Baruj Spinoza: “En política no hay que llorar ni reír, solo comprender.”

O al Talmud donde puede leerse: “En lugar de despotricar contra la oscuridad es mejor encender una vela.”

lunes, 18 de julio de 2011

LA ELECCION PORTEÑA SEGÚN VERBITSKI

LA ELECCIÓN PORTEÑA Y SUS PROYECCIONES

La interpretación


Para la oposición política y mediática, los comicios porteños anticipan la declinación del kirchnerismo en las primarias de agosto y las presidenciales de octubre. Si fuera posible abstraerse de la histeria que domina la vida política, se vería que los resultados son casi idénticos a los de 2007, cuando la diferencia entre Macrì y Filmus fue aún tres puntos mayor que ahora y no impidió la elección de Cristina en primera vuelta.

Por Horacio Verbitsky
La ansiedad de la oposición política y mediática, tan necesitada de alguna buena noticia que interrumpiera una larga seguidilla de frustraciones, ha permitido leer los resultados de la CABA como una novedad disruptiva del estado de cosas previo. Sólo quienes basan sus apreciaciones en la lectura de encuestas pudieron sorprenderse por la diferencia entre la primera y la segunda minoría. Quienes menos erraron estuvieron a más de cuatro puntos de los porcentajes reales, muy por encima del margen de error técnico contemplado en toda medición de este tipo. Pero en realidad, los resultados de Macrì y Daniel Filmus fueron muy similares a los de 2007. Aquella vez obtuvieron 45,6 y 23,8 por ciento de los votos válidos emitidos, con una diferencia de 21,8 puntos. Ahora ambos crecieron, Macrí un punto y medio y Filmus cuatro (47,1 a 27,8 por ciento), de modo que la distancia entre ambos se redujo en dos puntos y medio, a 19,3. Para este análisis no tienen interés las fuerzas que recogieron el 25 por ciento restante de los votos, ya sea porque sus porcentajes fueron minúsculos (3,3 por ciento la cejijunta Coalición Cívica Libertadora; 2 por ciento la graciosa candidata radical o la paleoizquierda unida, clavada en el 0,7 por ciento, la mitad de lo que necesitará en las primarias para pasar a la general de octubre) o porque carecen de proyección nacional (como el PROS de Fernando Ezequiel Solanas Pacheco, que hizo una excelente elección local, con casi el 13 por ciento, pero necesitaría setenta años para instalar a sus desconocidos candidatos nacionales). Antes de que se reanude la abrumadora ronda de encuestas cuya única utilidad será confirmar que Macrì es el favorito para la segunda ronda del domingo 31, ya existe una firme referencia en el resultado de 2007, cuando los amarillos batieron al frentismo por 61 a 39 puntos. Dentro de esos márgenes se moverán las respectivas campañas, lo digan o no los candidatos: Macrì se ha fijado en forma explícita la meta del 65 por ciento, con vistas a la hipotética apuesta presidencial en 2015, con la que el consultor con Barba ha vuelto a ilusionar al candidato sin bigote; Filmus dice que va a ganar pero celebraría con cualquier número por encima de 40. En octubre de 2007, Cristina obtuvo en la Capital el mismo porcentaje de votos que Filmus en la primera vuelta, lo cual le bastó para superar el 45 por ciento en todo el país, que le permitió vencer en primera vuelta. Si esta relación entre el voto local y el presidencial se repitiera, la Ciudad no sería un lastre para su reelección este año.

Cruce de roles

Hasta la mañana del domingo 10, la estrategia de los republicanos fue acentuar los aspectos locales, del modo más liviano posible, y omitir cualquier referencia al contexto nacional. La lista encabezada por un rabino de kipá multicolor y el slogan de bienvenida a la diversidad casó bien con el ánimo predominante en la ciudad más heterogénea del país, que no por casualidad antepone a su nombre el calificativo de autónoma. El 47 por ciento obtenido gracias a este enfoque superó incluso sus PROpias expectativas. Pero la misma noche del domingo, comenzaron a nacionalizar los comicios. Con su capacidad casi periodística de simplificar cuestiones complejas, Elisa Carrió clamó que el 70 por ciento del electorado había votado en contra del gobierno nacional (una página oficialista dio la respuesta obvia: el 97 por ciento se opuso a los Liliputienses). Eduardo Duhalde y Ricardo Alfonsín concluyeron que la elección presidencial no se definirá en octubre sino en la segunda vuelta al mes siguiente y Francisco de Narváez lapidó que lo sucedido “marca el comienzo de la caída del kirchnerismo”. También en el Frente para la Victoria se invirtieron los polos. Tanto la campaña que había diseñado Enrique Albistur para Daniel Filmus antes de su nominación (“Porque estoy con Cristina estoy con Filmus”) como la que elaboró Fernándo Braga Menéndez para Filmus y sus compañeros de boleta Carlos Tomada y Juan Cabandié, giraron sobre la idea de la armonización de políticas de la Ciudad Autónoma con la Nación, sin que esto bastara para disimular el escaso entusiasmo presidencial con la fórmula. La presidente CFK no asistió a ningún acto pero su imagen junto con los candidatos (a quienes un spot en televisión mostró dibujados) marcó la intención de nacionalizar la campaña. También este mensaje mutó desde la mañana del lunes: los partidarios del gobierno nacional comenzaron a destacar que, salvo en Catamarca, los oficialismos locales se impusieron en todos los comicios realizados hasta ahora, cuyos resultados no pueden proyectarse a escala nacional, y hay una amplia franja del electorado porteño que vota por Maurizio Macrì para la jefatura de gobierno y por CFK para la presidencia. Tan amplia, que ni siquiera excluye, en principio, a la compañera de fórmula de Macrì, su ministra María Eugenia Vidal. Este ágil salto simultáneo en sentido opuesto del oficialismo y la oposición nacionales es la coreografía de una disputa por la interpretación de los resultados de la elección del último domingo. Este tipo de batalla discursiva está en la lógica de la política electoral. Su extremo risueño ocurrió en 1997, cuando el presidente Carlos Menem, para minimizar la derrota de sus candidatos en la elección legislativa de la Capital, con un padrón de dos millones y medio de votantes, exaltó la victoria menemista entre los 15.000 jujeños que votaron en el municipio de Perico.

Los vaticinios

Macrì había dado por concluido el ciclo kirchnerista y convocado a toda la oposición a seguirlo. El 28 de enero del año pasado dijo a la embajadora de los Estados Unidos Vilma Martínez durante una comida con cuatro de sus ministros, que la sociedad estaba harta de los Kirchner y que él los vencería en las elecciones de 2011. Creía posible unir a la oposición para seguir en la Argentina el movimiento hacia la derecha que consideraba iniciado en Chile con la elección de Sebastián Piñera y descontaba que continuaría en Brasil con la de José Serra. También dijo que su principal fortaleza como candidato presidencial era haber pasado por la presidencia de Boca. El detallado informe de Martínez a Hillary Clinton consignó que para Macrì “si tengo apoyo político fuera de Buenos Aires, en el 90% de los casos es por haber presidido Boca y en 10% por ser jefe de gobierno de Buenos Aires”. Ni siquiera cuidó las formas en agosto, cuando le dijo a la radio La Red que “esta vez nos toca. Este tren que hemos dejado pasar tantas veces y que hoy nuevamente está en la estación de la Argentina para que nos subamos, nos vamos a subir, aunque tengamos que tirar por la ventana a Kirchner porque no lo aguantamos más”. Entre Dilma Roussef y su irónico consultor ecuatoriano Jaime Durán lo ayudaron a rectificar tantos errores: el giro regional a la derecha no se confirmó, su lejana presidencia de Boca no alcanza a compensar todo lo que le falta fuera de la Capital, sus chances presidenciales frente a CFK eran exiguas. Pese a todo, Macrì constituía la mejor oferta del Frente del Rechazo, que aún perdiendo quedaría instalado con miras al turno siguiente, como ocurrió con su segundo puesto en la Ciudad en 2003, siempre y cuando con otro candidato pudiera retener el distrito propio. Pero el 31 por ciento obtenido por Gabriela Michetti en las legislativas de 2009 encendió una luz de alarma que tampoco Horacio Rodríguez Larreta podía apagar. Al fin de cuentas, Boca es un club porteño. Si la elección porteña de 2007 proyectó a Macrì como una figura nacional, este año quedó confinado en su territorio, al estilo de lo que sucede en Córdoba con José Manuel de la Sota. Este escenario hubiera complacido a Kirchner, quien en 2007 empujó a Daniel Scioli a la Provincia de Buenos Aires, para impedir que Macrì cumpliera su propósito de competir por su gobernación. Kirchner entendía que Scioli era el único oponente capaz de batir allí a Macrì, pero armó las listas de modo de recortar su autonomía, ya menguada por la dependencia provincial de las arcas nacionales. Nada distinto ha hecho ahora Cristina. Pero a diferencia de su esposo, no debió recurrir a duhaldistas reciclados para acotar el espacio del gobernador, sino a dirigentes libres de ese pecado original, ya sea por su edad, como los representantes de distintas organizaciones juveniles o por su relación directa con la presidente, como Gabriel Mariotto, el operador de la ley de servicios de comunicación audiovisual.

Las dos almas del FpV

Los embates para que Filmus desista de presentarse al balotaje y con el propósito de endilgarle las efusiones emocionales de algunos simpatizantes famosos cesarán esta semana. Se reanudará entonces la campaña para el último round, que ocurrirá dentro de dos domingos, y volverán a ponerse en tensión las dos almas del FpV porteño, cuyas lecturas contrapuestas del distrito y de la estrategia apropiada hicieron cortocircuito desde la apertura del proceso electoral. Una postulaba la recreación de la “alianza progresista” conducida en 1999 y 2003 por Aníbal Ibarra y que se hizo humo en la Navidad de 2006; la otra insistía en la necesidad de acentuar el carácter peronista, kirchnerista y/o populista del FpV. Cada una de ellas tiene además subtendencias y matices. El propio candidato Filmus y sus adherentes de Nuevo Encuentro y del ibarrismo residual representan la primera hipótesis. Todos ellos formaron parte de esa experiencia. Los candidatos a la vicejefatura y a primer legislador, Carlos Tomada y Juan Cabandié, encarnan la segunda. Tomada, quien hizo su carrera como abogado de los sindicatos de la CGT que se definen a sí mismos como Los Gordos, expresa a la militancia peronista porteña que a duras penas sobrevivió al terremoto Grosso y al tsunami Alberto Fernández. Cabandié, en cambio, cabalga la ola de efervescencia juvenil a la que apostó Kirchner a partir de 2007 y que se hizo inocultable a partir de su muerte, en octubre pasado. Cabandié (que nunca usa el apellido de su madre, la detenidadesaparecida Alicia Alfonsín), nació en la ESMA, donde fueron asesinados sus padres adolescentes. El propio Kirchner lo orientó en su crecimiento personal y político y fue fundador de La Cámpora, donde tiene sus mejores amigos Máximo Kirchner. El contraste entre ambas visiones se hizo patente la noche de los comicios, cuando Filmus llamaba a formar un gobierno de coalición, mientras Cabandié hacía sonar la marcha peronista y cortaba el paso al estrado a Gabriela Cerruti y Aníbal Ibarra, para regocijo de la televisión. Los progresistas, que celebraron al nuevo poder juvenil como el resurgimiento de la transversalidad, sienten como una tragedia su peronización de marcha y bombo, porque creen que así se encierran en un espacio que nunca controlarán y del que emana un indisimulable olor a antiguo. Ninguna de esas alas ha tenido fuerza suficiente como para imponerse, pero ambas han sido muy aptas para neutralizar a la otra. Las disputas entre ellas, y los recelos entre el candidato y el poder central, han ocupado más tiempo y esfuerzos que el estudio de los focus groups que indicaban una positiva valoración hacia algunas políticas del macrismo, como la creación de la Policía Metropolitana, el metrobús o lo que los vecinos ven como una cierta preocupación por la belleza de la Ciudad. Tanto los progresistas como los populistas, enfrentaron a Macrì con un debate ético y/o ideológico que, en un periodo de bonanza económica debida a las políticas nacionales, no estaba entre las prioridades del electorado. Además pusieron el acento en la crítica a políticas que no afectan tanto a los porteños como a los millones de habitantes del conurbano que pasan todos los días por la Ciudad pero que duermen, y votan, en la provincia de Buenos Aires.

La conurbanización

Lo que la mayoría de los análisis reduce a rencillas por espacios de poder adquiere una dimensión inteligible en los análisis del sociólogo Artemio López. Su consultora Equis insiste desde hace meses en lo que describe como la conurbanización de la Ciudad, cuyas transformaciones socioambientales darían base estructural a la demanda de “formas de representación política típicamente populistas”, distintas del progresismo tradicional de mediados de los años noventa, “cuya encarnación fue la Alianza Progresista Frepaso-UCR”, escribió López. La imprecisión de sus encuestas de intención de voto no es una descalificación automática de sus análisis, aunque su obsesiva denigración de algunos dirigentes por su pasado en la Federación Juvenil Comunista lo desmerece a él. Hace dos meses, cuando cifras que manejaba la campaña de Filmus indicaban que Macrì llevaba veinte puntos de ventaja en la zona sur de la CABA, López realizó un estudio sobre pobreza e indigencia, de resultados llamativos: mientras en la Nación y en la provincia de Buenos Aires ambas se redujeron, en la Capital crecieron. También destacó que la población que vive en villas de emergencia casi se triplicó (de 100 a 270.000 personas) desde el momento en que gobernaba el progresismo, que los asentamientos pasaron de cuatro a 17 y que, junto a las casas tomadas, albergan a otros 250.000 porteños. A juicio de López, es difícil que “una cultura política anterior como la progresista porteña” prevalezca “sobre una posterior como la que expresa el PRO”, lo cual constituye una “cuasi ley de hierro en materia de representación política”. Por eso, piensa que “los esfuerzos de desarrollo territorial del kirchnerismo porteño aprovechando el impacto de las acciones del gobierno nacional en el distrito, la expansión de los locales de La Cámpora y otras agrupaciones y referentes sociales, la articulación con nuevos espacios sociales”, fueron en el camino correcto de “priorizar el formato populista de construcción y abandonar el rol de furgón de cola de la cultura progresista en la ciudad y su modalidad de armado tradicional, con eje espacial centro norte y sobre segmentos medios homogéneos”. El impacto de las obras del gobierno nacional, el aporte adicional de seguridad con el plan Cinturón Sur y las políticas de contención social específicas explicarían para López el resultado obtenido por el FpV en la Comuna 8, zona de influencia del conflicto del Club Albariño, que comprende los barrios de Lugano, Soldati y Villa Riachuelo. Allí Macrì sólo aventajó a Filmus por 4,3 por ciento, que se extendieron a diez puntos porcentuales en el conjunto de la zona sur. Esta no pasa de ser una hipótesis, cuya demostración requerirá un plazo más largo, y a la que es posible formularle objeciones puntuales, como que la ola de prosperidad también alcanza a la zona sur, donde es imposible encontrar un local desocupado para alquilar, o la pregunta acerca de qué ocurriría si ese tipo de intervención populista se replicara en las zonas Centro, Oeste y Norte de la Ciudad, donde el FpV perdió por 15, 16 y 36 puntos respectivamente. Pero en cualquier caso, constituye una guía para la acción, algo de lo que el sector de Filmus carece.


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martes, 12 de julio de 2011

EL RESULTADO ELECTORAL Y LA VOLUNTAD POPULAR EN LA CABA

de Gallego Fernández, el Martes, 12 de julio de 2011 a las 13:57
Luego del resultado electoral, es bueno pensar los interrogantes apropiados que nos conduzcan a revertir el consenso electoral del último domingo. No aporta ninguna claridad al tema, responsabilizar al electorado, ni adjetivar a la totalidad de los votantes de Macri desde nuestra perspectiva ideológica, en ese 47% de votantes, hay un fuerte componente de sectores populares.
Cuando el enemigo nos derrota, es un argumento estéril imputarle la responsabilidad, está para eso; y es del sentido común, observar nuestro desempeño en la batalla,  para reconocer las condiciones que hicieron posible.
Entre las cuestiones que se debieran analizar nos parecen significativas las siguientes: a) El desempeño de Macri en el gobierno y el desarrollo de su fuerza política; b) El desarrollo de la fuerza política del FPV, en estos cuatro años y el impacto de las políticas nacionales en la capital; c) La campaña electoral y el discurso político de las fuerzas que compitieron, d) El espacio de disputa, la contradicción entre los intereses populares y la expresión ideológica del PRO.
a)SOBRE EL GOBIERNO DE MACRI Y LAS FUERZA POLÍTICAS
Desde nuestra matriz ideológica, consideramos que no puede haber peor gobierno que el de Macri; pero en el 47% que lo ha votado, hay una valoración positiva y por lo abultado del resultado, hasta pareciera descollante. En consecuencia, la acción política desde nuestro lado, tiene dos caminos posibles, tomar iniciativas políticas en el sentido ideológico del PRO, o modificar la estructura ideológica del componente de sectores populares, que lo ha votado. En términos concretos profundizar el racismo y promover la privatización de lo público; o tomar iniciativas políticas, que a la vez, que transforman el orden social, construyen en la práctica una estructura simbólica vinculada a un proyecto de Nación.
Cuando observamos el desarrollo de la fuerza política del macrismo, no encontramos nada nuevo en el horizonte, un sistema clientelar y gerencial del aparato político, y un alto despliegue propagandístico. Esto puede derrotarse si hay una fuerza política, con unidad de concepción y capacidad militante de impulsar iniciativas políticas hacia la sociedad. Durante los cuatro años de gobierno, no hemos tomado una sola iniciativa política, desde la referencia del Frente para la Victoria, que encauce las demandas populares e interpele al gobierno de Macri con propuestas concretas para resolverlas, desde una fuerte intervención del gobierno nacional, en la demanda de vivienda, en los desarrollos de infraestructura cuando saturan la misma, en el primer empleo,  en  transporte, en espacios culturales y recreativos, en calidad educativa y actualización de conocimiento, en la sustentabilidad económica de la ciudad etc. Por otra parte no hacerlo, limita la construcción de liderazgos, los cuales solamente han surgido desde instalaciones mediáticas o posicionamientos internos; y no por la dinámica política en el orden social existente.
Es aconsejable que en el futuro los sondeos de opinión estén más atentos a relevar las demandas populares y el marco ideológico de los habitantes, es sobre estos aspectos, que se deben planificar las iniciativas políticas del FPV, orientándolas a convertir en protagonistas y sujetos de la política, a gran parte de los porteños. De esta forma se alcanza una subjetividad que se reconoce parte de las decisiones de estado que objetivamente desarrolla el gobierno nacional y la fuerza política que lo sustenta.
Si pretendemos ganar esta batalla cultural, debemos aprehender, que no es la visibilidad de la organización política la que garantiza el triunfo, sino la profundidad de una política dirigida hacia la sociedad y movilizada hacia el estado, la que pone en evidencia el vínculo entre el marco ideológico del Macrismo y los intereses de las minorías.
Por otra parte, las contradicciones con el gobierno de Macri, no se superan imputándole responsabilidad política; como tampoco es deseable seguir enfrentándolo desde el gobierno nacional, cuando no haya un claro respaldo desde sectores mayoritarios de la sociedad, que se expresan desde a partir de la referencia política del FPV.  Toda política de Macrí calificada de discriminatoria por nosotros, es aplaudida por los sectores que son portadores de valores individualistas. -Resolver la situación de vivienda a los ocupantes del indoamericano, produce un fuerte rechazo en el resto de los hogares, que no accede a la vivienda, si por el contrario el FPV, promoviese un movimiento por el hábitat destinado a toda la demanda, y una propuesta para que el gobierno de la ciudad de respuesta, con intervención del gobierno nacional, quedaría al descubierto la política del gobierno de Macri frente a este tema, colocando en crisis los valores individualistas desde una práctica colectiva.
En este aspecto es también imprescindible observar, que el enfrentamiento entre los dos ámbitos del estado, (por más justa que sea la posición del gobierno nacional), solamente tendrá plena legitimidad cuando la iniciativa surge de la sociedad, de lo contrario abrimos un debate sobre esa decisión, (si es para hacerle pagar un costo político al gobierno de la ciudad o realmente es por que el gobierno nacional defiende los intereses populares, o ambas a la vez). En esto corremos el riesgo de quedar atrapados, en conflictos, toda vez que no haya ningún trabajo político previo al momento de estallar.
b) LA CAMPAÑA ELECTORAL Y EL DISCURSO
Si analizamos como arriban los candidatos desde cada fuerza, es mucho más prolijo el FPV, que el PRO. Desde el FPV, se pusieron en marcha tres propuestas, y se opto por el candidato que tenía mayor preferencia en intención de voto, en cambio el PRO, puso en marcha dos propuestas, vinculadas a la candidatura presidencial de Macri, y hacia el cierre, retrocedieron en todo. No hubo ninguna acción política eficaz de nuestra parte, donde la sociedad percibiese el oportunismo de Macri y se instalase la idea sobre la ausencia de valentía para enfrentar al FPV. Desde nuestro lado hubiese sido preferible Boudeau que Tomada, si el criterio se orientaba por la intención de voto; y también nos hubiese favorecido, que esta decisión, se concretara en el momento donde los dos delfines de Macri mantenían una feroz interna.
El discurso, en una campaña electoral no tiene como finalidad la reflexión del votante, sino que está dirigido a instalar una idea fuerza, la cual necesariamente debe ser compatible y armónica a los niveles de conciencia media que hay en la sociedad; en ello confrontaron dos discursos, el de la incorporación de la ciudad a las políticas nacionales y el del PRO, que invitaba a pensar como ellos, (sos bienvenido), y que todos los que piensan igual a ellos le va bien, (juntos nos va bien).
En tanto el discurso del PRO estaba dirigido a todos los votantes, el nuestro estaba focalizado en las asimetrías entre la zona norte y la zona sur; el discurso nuestro podría impactar en los sectores con consumos satisfechos, si estos sectores en su visión ideológica, considerasen que el estado tiene como finalidad construir un orden social de justicia e igualdad; por el contrario, estos sectores consideran que todos tienen iguales oportunidades en el mercado para satisfacer necesidades, y que sólo se requiere del esfuerzo propio para lograrlo, por lo que toda intervención reparadora del estado, es reconocerle un privilegio a quienes no se esfuerzan por alcanzar condiciones de vida digna. Esto quedaba amplificado cuando se hacía referencia a lo que nosotros empíricamente exhibimos como logros del gobierno nacional. Para quienes son portadores de valores individualistas y liberales, todo reparación del estado en su intervención en la sociedad, representa un gasto que sostienen con sus impuestos destinado a personas que consideran holgazanes. En síntesis la propuesta hacíamos fue interpretada por los sectores individualistas, como una propuesta destinada a construir un orden de igualdad y equidad a costilla de su trabajo.
El mayor grado de conciencia que se puede encontrar en una persona individualista, es la pertenecía a la patria, y lo que el aporta en términos individuales; si la idea era expresar desde la ciudad la incorporación a un proyecto de Nación, el discurso debía indicar de manera precisa, como se profundiza este modelo, los intereses de los sectores populares y el interés de las minorías nucleadas en torno a la cúpula del poder económico.  En ello se puede mostrar de manera contundente como las corporaciones son las que producen las asimetrías, desde la orientación de inversiones inmobiliarias que recibe la ciudad desvinculadas de la demanda de vivienda, hasta la tontería, de que el Estado invierta en subtes para que Roggio gane dinero; hay cientos de ejemplos donde se podría demostrar a los sectores individualistas, de que el esfuerzo de su trabajo es apropiado por el capital concentrado y no por el gasto del estado al atender las demandas sociales. Si el discurso partiese de esta premisa el PRO, debería explicar porque no hace un seguimiento de precios en la ciudad, y defender el poder adquisitivo de los porteños, en vez de culpar al INDEC.
Si el discurso nuestro, no puede poner en evidencia, que los intereses generales de la sociedad, que promueve el PRO, son los intereses particulares de una minoría que detenta el poder económico, difícilmente los sectores que realizan y/o proyectan sus vidas desde el consumismo, observen a estos como enemigos reales, y por el contrario terminan legitimando el marco ideológico del enemigo. Por otra parte la matriz de nuestro discurso, termina por legitimar a los sectores dominantes; toda vez que no se señala la desigualdad como resultado de sus prácticas dominantes en el mercado, y no se señala las políticas que modifiquen estas condiciones. El gasto en lo social que se propone, para los sectores individualistas, serán imputables a la condición de haraganes de sus destinatarios, y nunca a una economía que está al servicio del capital, en vez de estar al servicio del pueblo. Nuestro discurso en consecuencia es totalmente contradictorio para los sectores individualistas.
El discurso del PRO, centrado en la cuestión local, conlleva de manera solapada una expresión de rechazo a la injerencia del gobierno nacional,  de esta forma legítima el rechazo a las políticas populares; (la ciudad nos une), cada intervención del gobierno nacional durante el último tramo de campaña, terminaba siendo el dato empírico que corroboraba el discurso del PRO, donde la ausencia de diseño político para neutralizar la valoración de oportunismo, torna negativas estas intervenciones.  No se pudo transmitir una idea de la ciudad que se desea, en tanto sustentabilidad e integración de todos los sectores populares; definiendo de manera precisa la política económica del gobierno de la ciudad. Esto lo confirma el dato de que un 20% de los votantes de Macri, votaría a Cristina en las elecciones de octubre.
EL ESPACIO DE DISPUTA
Cuando se señala la estructura ideológica individualista de amplios sectores sociales, se debe tener presente una transversalidad en la estratificación social existente, presuponer que en los espacios territoriales donde obtuvimos más votos, estos proceden en su mayoría de los sectores con menos recursos, es un error fatal. El aparato clientelar del PRO, obtuvo votos en todos los estratos sociales, de lo contrario era imposible alcanzar el 47,3%. Por lo que reducir el resultado al simplismo del medio pelo y la tilinguería es de escasa ayuda.
Es tan individualista el que desde necesidades extremas, intenta resolver lo apremiante de su situación por sus propios medios, como el gerente que vive en Palermo y considera que su posición es el resultado de su esfuerzo.  Ambos son una esponja del discurso liberal, es la formula aplicada por el menemismo en los noventa.
En los dos casos consideran que el Estado es un consorcio al cual aportan, para recibir servicios, en el caso de quien padece una situación de pobreza o indigencia, es admitir que la atención del estado es un gesto generoso, ya que son escasos sus aportes al consorcio, y para quien no posee necesidades considera aceptable toda intervención del estado que adormezca la conflictividad social, en tanto no tienda a producir condiciones reparadoras de igualdad.
En ambos casos ninguno de los dos puede observar que el orden social se produce y reproduce, desde las políticas del estado, donde la no intervención en la economía, es brindar la decisión al mercado sobre las condiciones de vida de cada ciudadano, es decir a las corporaciones que lo controlan.
Si las distintas organizaciones que integramos el Frente para la Victoria, seguimos con la lógica de construir visibilidad, para posicionarnos internamente mas cerca del dispositivo de decisiones políticas, es imposible que desarrollemos una unidad de concepción, sobre el espacio en el que tenemos que actuar, peor aún desperdiciamos las voluntades políticas que se expresaron a través de nuestra oferta electoral.
La voluntad de construir un nuevo bloque hegemónico, requiere pensar las acciones políticas que pongan en evidencia los intereses del PRO, de las corporaciones y los mecanismos de dominación existentes; si por el contrario se persiste en “explicar” las bondades de las decisiones adoptadas por el gobierno nacional, lo único que estaremos haciendo es brindar datos empíricos, que reafirman el marco ideológico y la construcción de consenso del enemigo.
De poco sirve explicarle a alguien con valores individualistas, el sentido reparador que tiene la Asignación Universal por Hijo, por el contrario, desde sus principios concluye, que ello se hace con los impuestos que paga, y con su esfuerzo personal.
Si estamos dispuestos a construir una nueva Argentina, debemos interpelar a los sectores individualistas, para que sean protagonistas y sujetos políticos de esa construcción, proponiendo acciones colectivas dirigidas hacia el estado, en escenarios que identifiquen claramente los intereses que se oponen a los sectores populares, y la injerencia que tienen en las decisiones del estado. En esta práctica no puede estar ausente, señalar cual es el orden social, donde el hombre recupera su centralidad como compatriota, desplazando a los medios materiales y las practicas consumistas, de ese lugar.
Difícilmente podremos superar esta derrota, con justificaciones que no la admiten, o que no señalan las determinaciones del resultado; es de poca ayuda evaluar que el conjunto de las fuerza políticas perdió en la polarización, o pensar que la formación social de la ciudad es la misma, que la de los años cincuenta o setenta, más terrible es imputar el resultado a la condición de medio pelo de los habitantes de la ciudad, es una pésima lectura de Jauretche, y una desacertada interpretación sobre los mecanismos de dominación que despliega la colonización en países dependientes.
Desde esta perspectiva se debe realizar un análisis sobre la concurrencia al ballotage; en términos matemáticos los sectores individualistas superan ampliamente el 50%, el mejor resultado que podríamos obtener es mantener la diferencia del 20%, sin datos empíricos que lo corroboren, sospechamos que el 25% que no ha concurrido a votar, en su mayoría, son ciudadanos que migraron de Capital.
Por último en términos políticos, es un error fatal considerar que acercarnos al 40% nos da un piso para la elección nacional, por el contrario puede tener una lectura negativa y cierta cuota de mesianismo, para muchos de los votantes, que habiendo optado por Macri, no arriesgarían que el país sea conducido por las ofertas electorales que compiten con el FPV a nivel nacional. La participación en el Ballotage indefectiblemente plebiscitará las políticas nacionales, sin tener precisión del impacto que tendrá sobre la foto, que hoy coloca a Cristina como ganadora en primera vuelta.
La única posibilidad de revertir el resultado, es que un 10% de los votantes del PRO o de las expresiones con igual signo ideológico, admitan que se han equivocado al emitir su voto el domingo; reconociéndole a Macri una enorme capacidad de victimizarse, es casi imposible que se pueda producir un hecho, donde los votantes adopten esta actitud. La otra alternativa es una extraordinaria capacidad comunicacional que nos permita evidenciar que los intereses del PRO, expresan a una minoría que afecta a los sectores populares que lo han votado y que ello produzca una nueva decisión política al votar.